Regeneracion, 30 de septiembre de 2017- La Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) de Colombia otorgó el Premio a la Excelencia al periodista Jorge Ramos quien en su discurso durante una ceremonia en el Jardín Botánico de Medellín hizo un llamado a sus colegas comunicadores a desobedecer a diversas autoridades, entre ellas el Presidente Enrique PeñaNieto.
Jorge Ramos es un periodista y trabajador mexicano que trabaja como presentador del Noticiero de Univisión, que se transmite desde Estados Unidos, también de Al Punto y American Whit
A continuación las palabras de aceptación del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo en la categoría “Reconocimiento a la Excelencia”, que tuvo lugar en Medellín, Colombia, el 29 de Septiembre de 2017:
Hoy vengo aquí a pedirles –no, más bien a rogarles– que no sigan las instrucciones de sus gobiernos, que se rehúsen a creer muchas de las cosas que aprendieron en las escuelas de periodismo, que no siempre les hagan caso a sus padres y maestros, y que no sigan al pie de la letra los preceptos de lo que se supone debe ser un reportero respetable.
Hoy vengo a pedirles que desobedezcan.
A todos.
Desobedecer, al final de cuentas, es una transgresión. El buen periodismo siempre rompe algo; nunca deja las cosas como están. Por eso me gusta pensar en el periodismo como contrapoder. Hay que estar siempre del otro lado de los que tienen el poder y, particularmente, cuando esos poderosos abusan de su autoridad.
Por eso hay que desobedecer al bully antiinmigrante que hay en la Casa Blanca.
Por eso hay que desobedecer a los dictadores de Cuba y Venezuela.
Por eso hay que desobedecer al presidente de México, donde nos han matado tantos periodistas, y donde la mayoría de los crímenes queda en total impunidad.
Por eso hay que desobedecer a cualquiera que pida lealtad y paciencia.
Entiendo el periodismo como un servicio público. ¿Y para qué servimos? Servimos para hacer preguntas y cuestionar al poder.
Aquí en Colombia tienen una hermosa palabra que dicen cuando uno asume toda la responsabilidad sobre algo y no hay más remedio: toca.
Bueno, nos toca precisamente a los periodistas hacer las preguntas incómodas, exigir rendición de cuentas y poner contra la pared a los presidentes y gobernadores, a los sacerdotes, empresarios y a cualquiera que acumule un poquito de autoridad.
Toca.
Cuando voy a hacer una entrevista con alguien importante o influyente –sobre todo si ocurre en un momento históricamente relevante– siempre pienso dos cosas. La primera es que si yo no hago las preguntas difíciles –esas que te hacen sudar las manos antes de soltarlas– nadie más lo va a hacer.
Y lo otro que pienso es que nunca volveré a ver al entrevistado. Es mejor así. Al final del encuentro no estoy esperando palabras amables ni más acceso en el futuro. A veces pasa que ese entrevistado al que fusilé, regresa para otra entrevista. Claro, hay casos de masoquismo. Pero suele ocurrir que los que regresan, de verdad, no tienen nada que esconder.
Estoy convencido que la principal función social del periodismo es cuestionar a los que tienen el poder. En casos de racismo, discriminación, corrupción, mentiras públicas, dictaduras y violaciones a los derechos humanos tenemos la obligación de romper el silencio, dejar a un lado la neutralidad y cuestionar. Para eso sirve el periodismo.
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